Warm hole [Priv. Tenn]

por **Klein Tranströmer** Miér Feb 17, 2016 10:16 am

¿El lugar más casual para conocer a alguien? En todas las películas que ha visto en su larga vida como espectador de películas, se había dado cuenta de que existía un patrón bastante curioso. Si los protagonistas no se conocían en una fiesta o en el trabajo, lo hacían en el centro comercial, en el supermercado o en algún mercado pequeño. E incluso si se conocían en otro sitio, siempre tenían una escena donde se encuentran en el supermercado. Entonces, Klein se preguntaba si podría encontrar un pequeño rayo de ilusión, un pequeño rayo de luz, una esperanza de encontrar a alguien que lo hiciera más responsable. Aunque claro, no mantenía mucha esperanza porque no quería nada formal, no quería sentir que alguien le ataba y no quería estar cada día pensando en que alguien le esperaba.

Pero de todas formas, sabía que era muy cliché conocer gente para tener sexo casual en un supermercado. Por eso, a medida que iba metiendo latas de atún, chocolatinas, papas fritas, algunas frutas, bebidas y alcohol, también estaba mirando culos y analizando el cuerpo de la gente que había en los pasillos que cruzaba, porque obviamente aunque fuera algo casual también le gustaba disfrutar de un buen cuerpo, algo bueno para ver como un buen trasero para palmear o un buen par de… Bueno, se estaba desviando mucho del tema. No era un joven difícil de complacer, no le importaba si era un hombre o una mujer, quizás si estaba desesperado hasta se ligaba a un perro o una gata en celo, aunque quizás hacerlo con animales podía ser un poco asqueroso y no quería que alguien tuviera que lidiar con una emoción tan repulsiva como encontrar un animal muerto porque algún idiota le metió su cosa hasta dentro y le hizo mierda los órganos internos, podría ser gracioso ver la expresión en el rostro de la persona, pero no por ello dejaba de ser enfermizo.

Ya casi perdía completamente la esperanza de encontrar un buen ligue para antes de volver a la academia y tener que alimentar a su pequeña gatita… Cuando, repentinamente, vio a un chico albino con la piel lechosa y con un trasero redondito que tocar y un sitio calientito donde introducir su gusanito para que estuviera cómodo. Deja escapar un suspiro y se acerca con un paso casual, toma la misma cajita de galletas sin azúcar que está sujetando el otro sujeto y le mira fijamente a los ojos.

—¿También te gustan estas?— Pregunta casualmente, mirándole fijamente a los ojos.